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VIRGEN DE GUADALUPE

ESTRELLA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

La Virgen de Guadalupe se apareció entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531.

 

La independencia de los Mexicas (quienes en 1323, después de muchas peripecias, llegando desde su legendaria patria de origen, se habían instalado en la isla de Tenochtitlán), el 13 de agosto de 1521 terminó con la derrota de Cuauhtémoc.

Diez años después, la Virgen se le apareció por primera vez, al amanecer del sábado a Juan Diego que iba a profundizar sus conocimientos religiosos a la Parroquia de Santiago de Tlatelolco, la cual se alcanzaba por una de las tres Calzadas que, atravesando el lago, conducían a la isla de Tlatelolco-Tenochtitlán.

Llegando al pie del Tepeyac, lejos del lago, San Juan Diego oyó desde encima del cerrito, primero una música celestial después una invitación a subir, de parte de una luminosa joven que allí le dijo: "Yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive...Mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada, en donde Lo mostraré...Lo daré a las gentes en todo mi amor..., porque yo soy vuestra Madre compasiva, tuya y de todos los hombres que en esta tierra estaís en uno, y de las demás estirpes de hombres porque allí les escucharé su llanto, su tristeza para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores....Anda al palacio del Obispo de México, y le dirás ... cómo mucho deseo que a mí me provea de una casa, me erija en el llano mi Templo".

El Obispo pidió tiempo para reflexionar: "Consideraré la razón por la que has venido". Juan Diego a la puesta del sol mismo sábado refirió a la bella Señora a la que encontró en el lugar en el que estaba en la mañana: "Me recibió amablemente...Me dijo: 'Otra vez vendrás, aun con calma te escucharé'... Mucho te suplico, Señora mía, Reina, Muchachita mía, que alguno de los nobles, estimado, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que la crean porque en verdad yo soy hombre de campo, soy macehual (de estirpe no noble), soy parihuela, soy cola, soy ala".

La mañana del día siguiente volvió a Tlatelolco a Misa, y después fue donde el Obispo el cual le pidió que la Virgen le enviara "alguna otra señal" que demostrara la autenticidad del mensaje. Entonces, en la tarde de ese mismo día, la Virgen invitó a Juan Diego a no volver donde el Obispo sin primero venir a pedirle esa señal. El lunes Juan Diego atendió a su tío gravemente enfermo, y en la madrugada del martes salió temprano para ir a Tlatelolco a buscar a un sacerdote que le diera los Sacramentos de los Enfermos. Pero la Virgen fue a su encuentro para decirle que ella acababa de curar a su tío, y que subiera al cerro a recoger las flores milagrosas para el Obispo: "¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y mi resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría?"

San Juan Diego, siguiendo las instrucciones de la Virgen, subió al cerrito, y juntó en su tilma muchas rosas y otras flores que allí abundaban a pesar de que ni la fecha ni el lugar fueron oportunos. Cuando volvió a bajar, la Virgen le dijo: "Mi hijito menor, estas diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al Obispo para que luego ponga lo que está de su parte para que se haga, se levante mi Templo". Los empleados del Obispo, después de ver las flores que les resultaban como pintadas en la tilma, lo llevaron al Obispo. Cuando San Juan Diego extendió su blanca tilma delante de él para enseñarte las flores en ella contenidas, sigue narrando siempre Valeriano en su Nican Mopohua. "Se apareció de repente la amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura en que ahora está".

El Obispo electo al ver la Imagen lloró de emoción, se arrodilló delante de la Imagen, y después la llevó a su Oratorio personal (en la actual calle de Guatemala).

Al día siguiente, miércoles 13, Juan Diego (al que el Obispo había invitado a quedarse con él esa noche) y algunos españoles delegados del Obispo, primero fueron a conocer el lugar de la Capilla de Indios en el cual la Virgen había dado la orden que se levantara su Templo (cuya construcción comenzó inmediatamente, bajo la dirección de algunos Franciscanos, de cuya parroquia dependía el lugar), y después fueron a Tulpetlac, a la casa del tío para informarse sobre su curación milagrosa de parte de la Virgen, que (según el P. Mario Rojas) se le había presentado con el nombre de Tecuauhtlapcupeuh (en náhuatl: "La que procede de la región de la Luz como el Águila de Fuego"), pero los delegados al no entender la palabra náhuatl, la refirieron con el parecido nombre de Guadalupe, pueblo de España que da el nombre a otro conocido Santuario Mariano.

Texto proporcionado por el Padre Luciano Ciciarelli en 2011.

Imagen al pie tomada de ACI PRENSA desde su cuenta de Instagram.

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